La Rueda de Hámster de la Creación de Contenido

En Free Agents hablé de cómo las redes sociales y el desarrollo de la tecnología ha permitido que los individuos tengan ahora más poder que las organizaciones.

Que una persona en su casa con un móvil, una conexión a internet y un canal de distribución puede influir más y sobre más personas que las agencias de medios tradicionales.

Que podemos —como emprendedores de un negocio basado, en gran parte, en la creación de contenido— escalar sin permiso de nadie y construir un imperio sin necesidad de tener el respaldo de ninguna gran empresa.

Si esto está pasando ahora mismo ha sido gracias al poder que tiene internet para multiplicar el potencial de las personas. Nunca antes habíamos tenido más oportunidades para ser nosotros mismos y poder sacar un beneficio económico de ello. A la vez, nunca antes había habido tanta gente dándose a sí misma la oportunidad de ver hasta dónde pueden crecer fuera del manto de una compañía, decidiendo convertirse en agentes libres para jugar al Gran Juego de Internet.

Pero este juego de internet, esta recompensa de la individualidad que en muchos casos ha diluido ya la linea entre vida y trabajo, es en realidad una espada de doble filo.

Los creadores están construyendo imperios en internet, apoyándose en una audiencia que les sigue porque, en la mayoría de los casos, un algoritmo ha hecho que les descubran y, en no pocas ocasiones, es el algoritmo el que permite que la gente siga encontrándoles.

Jugar en internet también implica seguir sus reglas y entrar de lleno en una dinámica que, si no se controla, acaba por llevarnos a ser cada vez menos nosotros mismos y a convertirnos más en aquello que la audiencia espera de nosotros.


Al principio es inofensivo. Nos limitamos a escribir aquello que resuena con nosotros.

La cosa se pone interesante cuando empezamos a detectar que determinadas cosas que resuenan con nosotros también resuenan con otros. Llega la gratificación instantánea.

A todos nos gusta esa sensación y, cuando empezamos a entender cómo funciona la fórmula, repetimos. Entra el efecto compuesto. Cuanto más escribes y más publicas, más interacción generas, más te quiere el algoritmo.

Es entonces cuando empiezas a sentir validación externa por algo que has escrito y puesto ahí fuera. Cada like, retweet o respuesta te hace sentir más listo, más importante.

Y cuando algo no funciona, aparece el bajón. A lo mejor la idea no era buena, o no estaba lo suficientemente bien escrita. O puede que si, pero que a nadie le interesara.

Y puede que en algunos casos incluso te plantees si publicar algo si no eres capaz de expresarlo en el formato de un tweet o que, después de que un hilo no funcione, decidas que es un pensamiento que no merecía la pena y no vuelvas a él.

Sin darte cuenta ya no ves las redes sociales como un medio para la expresión creativa, o para conectar, aprender o enriquecerte. Sino que empiezas a usarlas como herramientas transaccionales, de las que sacar un beneficio. Más likes, más retweets, un nuevo contacto o un posible lead.

La Creator Economy se basa en gran medida en que seas capaz de crear una audiencia, hacerla crecer y monetizarla para poder vivir de tu trabajo, lo que ha llevado a extender la idea de que para que puedas tener un negocio en internet, necesitas una marca personal pública potente.

Cada vez más encontramos a personas trabajando en esa marca personal día a día, sacando contenido sin parar, publicando tres o cuatro tweets diarios, building in public hasta la extenuación, alimentando al algoritmo para que no se olvide de ellos y entrando de lleno en una rueda no tan diferente de aquella de la que queríamos escapar.

Porque se ha instaurado en nosotros la idea de que, cuando decides jugar al juego de internet, no puedes quedarte parado, tienes que jugar.

Constantemente. Seguir moviéndote, aprendiendo y haciéndote mejor para ganar.

Pero ni siquiera eso garantiza que lo hagas, simplemente garantiza que sigues en el juego. Si ganas, al día siguiente tienes que seguir jugando, porque el premio sólo tiene capacidad para mantenerte por un tiempo.

Porque internet no tiene techo pero sus reglas cambian constantemente; Puede encumbrarte si las entiendes y sigues lo suficiente y, a la vez, quitar el suelo bajo tus pies sin que tú hagas nada.

Si emprender conlleva incertidumbre, intentar crear algo de la nada en internet ahora mismo basándote puramente en tu marca personal online multiplica la incertidumbre (y la ansiedad) por 1000.

Porque si Internet no tiene techo, tampoco tiene favoritos, y todos compiten por el mismo número de ojos. A la sensación de estar metidos en un juego que no podemos parar, se suma el factor comparación y posterior sentimiento de inutilidad/invalidación/vacío.

🧿 El Espejismo

Creo que todavía no hemos empezado ni a rascar el efecto psicológico que puede tener sobre una persona el que su cerebro esté constantemente sometido a un ejercicio de contraste entre su propio estado y el de los demás. Cada vez que te metes en Twitter o Instagram, estás poniendo delante de ti un escaparate infinito de personas, con cuerpos, vidas y trabajos con los que compararte y que son —y este es el factor más peligroso— cada vez más parecidas a tí.

Aunque queramos ignorarlos, la realidad es que están ahí, subiendo fotos de sus rutinas de ejercicios, sus cuerpos perfectos, sus logs en Github, los clientes que van cerrando y los proyectos que les van saliendo (porque si, el #buildinpublic también tiene su poquito de show-off)

Y aunque tú estés haciendo todo eso, a mí personalmente a veces me asusta sentir que, en la parte de atrás mi cerebro, hay una sensación de que, si no lo compartes, parece que no lo estás haciendo.

El otro día lancé un tweet preguntándome algo en esta misma línea, invitando simplemente a la reflexión.

¿Hemos entrado hasta tal punto en el juego de Twitter que, si no somos capaces de elaborar un tweet perfecto, preferimos no compartir esa idea? ¿Que si creemos que algo que publiquemos no va a generar interés directamente lo descartemos? ¿Está empezando a transformarnos a nosotros mismos como portadores del mensaje y no sólo al mensaje en sí?

Puede que haya gente que no se haga estas preguntas, que use Twitter de otra manera (o que directamente no lo use) y que lo vea como un canal más de entretenimiento o aprendizaje.

Pero cada vez son más los que usan esta u otras redes sociales como herramientas importantes en su estrategia de negocio y, precisamente por eso, el discurso de que si no estás en ellas es como si no existieras cada vez pesa más.

Huyendo un poco de esa espiral, cuando volví de vacaciones retomé Twitter con mucho más cuidado e intentando mantenerme en esa posición de alejamiento, porque cada vez soy más consciente del efecto que tiene sobre nosotros.

Creo que en el sector de la creación de contenidos (tanto si lo usas para promocionar tu trabajo o tu marca personal, como si haces el trabajo en la misma plataforma) tenemos que ir con especial cuidado y tomar acciones para que todo esto nos afecte lo menos posible.

⚓️ Pregúntate: ¿tienes un negocio o eres el negocio?

Un pequeño disclaimer: Claro que creo que para poder triunfar en internet necesitas una marca personal y que haces muy bien en trabajar tu presencia en redes sociales para ello.

Sería hipócrita criticar este sistema cuando yo misma me veo beneficiada cada día por él.

Precisamente por esto me preocupa tanto entrar en una dinámica peligrosa, que raye la adicción o, peor, caer en un burnout provocado por esa falsa idea de que tenemos que estar continuamente generando contenido, y que esto afecte a mi verdadero trabajo y cómo lo vivo y disfruto.

Así que ese es el pensamiento por el que intento guiarme; que, al final del día, y aunque me apoyo en las redes sociales cuánto puedo, la realidad es que tengo un negocio más allá de ellas.

Tengo un trabajo en el que, hoy por hoy, puedo realmente aportar valor y hacer una diferencia en cómo trabajan y viven otros, y no puedo hacer bien ese trabajo si mi mente está preocupada porque no estoy hablando de ello en Twitter o compartiéndolo en Youtube.

Pero tampoco tengo ninguna fórmula ni respuesta para evitar caer en ese juego. No puedo dar consejos a nadie sobre marketing o audience building porque, sinceramente, no hay una estrategia detrás de lo que escribo en redes sociales más allá de compartir lo que hago o pienso.

No mido los mejores tweets o hilos ni me fijo en analíticas de ningún tipo, simplemente disfruto de que sea un canal que me permita conocer gente y tener conversaciones, en muchas ocasiones bastante enriquecedoras.

Mi estrategia entera de promoción se basa en hacer un trabajo tan bueno que hable por sí mismo (porque los que lo reciben hablen de él) y es también la razón por la que no hago grandes "lanzamientos". No digo que sea lo mejor, ni siquiera creo que sea sostenible en el tiempo, pero es la que se alinea con mi filosofía de trabajo y por ello la que me da más satisfacción ahora mismo.

Ahora, mentiría si no dijera que a veces releo los hilos para que tengan más impacto, que por supuesto paso bastante tiempo editando los videos que grabo, que procuro de vez en cuando que lo que publico tenga algún tipo de llamada a la acción que me reporte beneficios (idealmente, beneficios económicos).

Lo hago porque también tengo un negocio y soy consciente de que, si no hablas de lo que haces, es como si no lo hicieras.

Pero intento ser extremadamente cuidadosa con esto, encontrar un equilibro y repetirme varias veces al día:

«Hablar sobre lo que haces no es lo mismo que hacerlo.»

No podemos confundir la gratificación instantánea que provoca que un tweet o un hilo tenga una buena respuesta con estar realmente dando pasos efectivos hacia nuestro objetivo como emprendedores. Tu estrategia de negocio no puede ser conseguir más likes.

No soy nadie para dar ninguna lección, sólo soy una persona más que intenta crecer un negocio en medio de esta nueva economía, pero creo que todos los que compartimos viaje tenemos una responsabilidad, con nosotros mismos y con los que puedan venir detrás:

Es más importante nuestro trabajo que hablar de él.

No te agarres a la idea de que si apareces todos los días en redes sociales y te esfuerzas por crear y crecer una audiencia, el resto vendrá solo. Si te guías únicamente por eso, es muy fácil que caigas en asociar tu auto-validación como persona o profesional al éxito que puedas tener en redes.

Haz el trabajo, hazlo bien y pon tu esfuerzo en que hable por sí mismo.

Y, de la misma manera, ignora aquello que impida que lo hagas

FOOTNOTES

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