Como pasar de consumir a Crear

Hace unas semanas introduje el concepto de la Escalera de Creación de Contenido; un marco mental que abrazar a la hora de empezar el proceso de Crear algo y hacerlo público.

No como un fenómeno reservado sólo para iluminados o expertos, sino como un músculo que puedes ir trabajando.

Llamé a aquella edición No Crees Contenido, porque quería desplazar el verbo «Crear» de tu cabeza.

Porque normalmente lo asociamos a algo misterioso y trascendental, así que te proponía que te acercaras a ello como “la documentación de tu propio camino, de tus aprendizajes”.

Mi idea hoy era retomar donde lo dejé para hablar sobre el primer nivel, cómo apalancarte en el contenido de otros para curarlo, dándole “tu propio toque”.

Pero cuando he empezado a escribir ha pasado algo y he preferido darle la vuelta a esa premisa; hablar sobre cómo usar lo que consumes para crear ideas originales y tuyas.

Espero que, según vayas leyendo, entiendas por qué.

Eso si, antes de empezar, una puntualización que considero super importante.

Quítate de la cabeza el concepto de originalidad suprema.

Las ideas no tienen dueño exclusivo.

Todo es un remix, vivimos inspirándonos unos en otros, re-interpretando y reformulando conceptos.

La creatividad es la capacidad para re-convertirlos en algo nuevo. Tus propias ideas.

Y —como me gustaría que te dieras cuenta después de leer esto— no es magia. Es proceso.

Bueno, tiene un poco de «magia», pero fuera de este ambiente de colegueo lo llamaremos «emergencia». Un poco más abajo te lo desarrollo, a ver si hace click 😉

Y no sólo eso. Otra cosa de la que me gustaría que te dieras cuenta es de que, en realidad, ya estás haciendo gran parte del trabajo necesario para llegar a eso. En esos dos pasos anteriores.

Pero antes, un segundo inciso. El elefante en la habitación.

🌈 Crear vs. generar “contenido”

La mayoría del mundo se pasa la vida en modo consumidor.

Ve películas, lee lo que encuentra en internet, escucha podcasts… Están (o se sienten) más o menos informadas, pero se quedan ahí. En absorber información, guardarla o consumirla de manera pasiva.

Y luego están las personas que hacen algo con ese contenido que consumen. Lo usan como ladrillos de sus propios proyectos. Incluso crean “contenido” propio.

En los últimos años, en la esfera de internet, a esto último se le ha empezado a llamar «pasar de Consumidor/a a Creador/a»

Y es una transformación que se ha convertido en el objetivo de muchos, sobre todo por la promesa de esa nueva economía que, por primera vez, permite a los Creadores construir negocios (muy) rentables gracias a esos contenidos que crean y comparten.

Esto ha hecho que, al menos en España, se esté usando el término «Creador/a de Contenido» como sinónimo de «Creador/a.»

Y aquí la cosa se nubla. No sólo porque parece una manera encubierta de llamar al «Marketing» otra cosa diferente, ponerle un packaging distinto (y no, sigue siendo marketing).

Sino —para lo que nos ocupa hoy—, porque de tanto manosear esa palabra, a veces parece que se le ha despojado de la mayor parte del significado.

Se ha quedado en su expresión más simple → algo que llena un vacío.

Y esto es tricky. Porque en el momento en el que se normaliza la asociación «Contenido» = «Llenar el Vacío», se abre la veda y aceptamos por Crear cualquier cosa que, efectivamente, haga eso.

Como crecer a base de hacer listas de herramientas, sin más.

O coger el contenido de otros, traducirlo a tu idioma (literalmente) y luego poner al final algo rápido sobre “de quién has cogido la idea”.

Visto así, estás creando Contenido. Estás haciendo algo por “llenar” el vacío. Aunque sea de ruido.

Otra cosa es si estás Creando algo más.

💫 El cambio de chip. Del ruido a la señal

Esto no es un alegato en contra de usar el contenido de otros para crear algo propio.

No te dan más puntos porque todo lo que salga de tu cabeza sea único, innovador y 100% original.

Primero porque, volviendo a lo de arriba, esas ideas no existen.

Segundo porque existe creatividad en el acto de usar el contenido de otros como chispa inspiradora para empezar a aportar nuestro granito —algo de nosotras mismas— al mundo.

Pero ahí está la diferencia. No es lo mismo llenar que aportar.

Aportar algo al mundo, (algo que ni siquiera calificaré de “valioso”, ya que eso tendrán que juzgarlo aquellas personas que lo reciban), requiere buscar la señal.

Aquello que, en tus términos, merezca ser trasmitido.

Y ese proceso no acaba cuando copias el contenido de otros, ni siquiera dándole “tu toque”.

Porque en el fondo sabes que el mundo no necesita eso.

No necesita más contenido regurgitado. No necesita lo de siempre; las mismas ideas repetidas de 100 maneras distintas, en diferentes formatos.

Pasar de Consumir a Crear debería ir más allá. No es sólo un cambio de actitud, sino de mentalidad.

Convertirse en alguien que no se conforma sólo con tomar aquello que ya existe, combinarlo y ponerlo en sus propias palabras.

Sino en generar algo nuevo en el proceso.

Algo que no se haya dicho antes de la misma manera, que tenga el poder de remover, de hacer cambiar una opinión, de ampliar la visión del mundo de otra persona.

Y no tiene que ser algo complejo ni grande. Basta con que sea tuyo, porque eres tú la que lo hace único.

Porque nadie tiene tus mismos gustos, experiencias, manera de pensar y de procesar lo que ocurre a su alrededor.

Este es tu verdadero material de trabajo. Bien usado, es lo que da lugar a lo nuevo.

🦄 3 maneras de usar tu perspectiva para crear algo distinto

Te preguntarás qué significa, exactamente, «usar bien» lo que ya tienes para crear algo nuevo.

Para mi, significa apoyarte en lo que ocurre a tu alrededor (lo que hacen otros, lo que vives tu, cómo lo experimentas y por qué) para pensar mejor.

Para remover tus propias ideas, aquello que ya crees que sabes, empezar a crear conexiones y dejar que broten los flujos creativos.

Con esa premisa, en realidad las oportunidades son infinitas, pero aquí van 3 formas distintas (y combinables) de hacerlo:

✦ Apóyate en tus gustos y experiencias

Una de las actividades mentales humanas más difíciles de reproducir por un algoritmo es la de re-contextualizar conjuntos de datos en algo nuevo, diferente.

Por lo tanto, cuantos más datos (y de más tipo) haya en esa mezcla, más oportunidades habrá de que surjan nuevas combinaciones.

¿En qué se traduce esto?

Dicho llanamente, en que en la Creator Economy puedes realmente sacar beneficio de todos esos intereses aparentemente inconexos que tienes.

Cuantos más temas llamen tu atención, en cuantas más madrigueras de conejo estés metida, más hilos de los que tirar habrá en tu cabeza.

Piensa en aquello que creas como un plato. A mayor número de ingredientes a tu disposición, más sabores, texturas y colores potenciales habrá en aquello que hagas.

Si nutres de manera regular tu dieta, o tu Sistema de Gestión del Conocimiento, con “alimentos intelectuales” nutritivos y variados, tu despensa mental estará siempre llena de ideas.

Y —cuantas más opciones tengas con las que jugar— más y mejores creaciones podrás hacer.

Eso si, esto tiene un reto.

Y es que cuando creas algo con la finalidad de que llegue más allá de tu misma, adquieres también el compromiso de que sea útil a los demás.

Una nota sobre lo «útil»👇

Una sola idea, una imagen mental en la cabeza de otra persona que antes no estaba allí, que sirve como ignición de otras cosas, puede llegar a ser más útil que una lista de 100 herramientas.

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Es decir, no vale con poner unos ingredientes junto a otros and hope for the best.

¿Cómo sabemos qué ingredientes elegir, primero, y que nuestro plato merecerá la pena después?

Aquí viene la parte más interesante, porque es en la que está toda la diferencia.

✦ Escucha lo que resuena (contigo)

La «resonancia» es ese fenómeno por el que un sonido se amplifica y se prolonga.

Aplicándolo a la atención, es la capacidad que tiene algo de quedarse con nosotras, de dejarnos pensando, de generar curiosidad.

Si a lo largo del día tienes diferentes inputs, diferentes fuentes de entrada de información en tu cerebro, no ignores aquellas que te hacen cosquillas. Pregúntate por qué lo hacen.

Qué tenía esa información, esa experiencia, para haber provocado en tí esa reacción. Qué tienen de especial o diferente las historias que se quedan contigo.

🔸 Qué te sorprende o contradice algo que ya sabes.

🔸 Qué te ayuda a interpretar una experiencia pasada.

🔸 Qué completa (o quiebra) un modelo mental previamente construido.

Para cada persona será distinto, y aquí es donde está la magia.

Para que un sonido resuene, tiene que existir algo que reciba ese estímulo.

Ese algo es tu perspectiva; el conjunto de tu pasado, tus creencias, tus valores, tus experiencias y cómo se combinan todas juntas provocando que encuentres patrones allá donde otros no lo harían.

(El Click → A esto, en el ámbito de los sistemas complejos, es a lo que se le llama «emergencia»; No es magia, es el surgimiento de algo nuevo a partir de distintos elementos combinados, y cuyas propiedades no existían en ninguno de esos elementos por separado)

Esos patrones, ese cosquilleo en la parte de atrás de tu cabeza, es tu cerebro recompensándote con lo interesante; ésas son las cosas que volverán a ti, a veces sin siquiera planearlo, en ese proceso de creación.

Y, a la hora de elegir una u otra, entra a jugar lo siguiente:

✦ Entrena tu intuición

La «intuición» es esa sensación en tu estómago que te indica que algo importa, que es interesante.

Pasar de acumular información sin más a hacer algo con ella tiene una consecuencia intermedia; convertirnos en curadoras de información.

Ser capaces de cultivar ese sexto sentido, esa habilidad para saber qué es valioso y qué no y usar esa sabiduría adquirida como guía para destilar la información.

Y si, suena algo abstracto. Pero la intuición —como tantas otras cosas— también es un músculo que se entrena.

Se entrena combinando las dos oportunidades anteriores:

Por un lado, diversificando ingredientes a través de experiencias, conversaciones, ideas de diferentes fuentes.

Nuestro cerebro no es capaz de guardar toda esa cantidad de estímulos y, en este caso, eso es bueno.

Porque, por otro lado, es en ese proceso de optimización —cuando nos preguntamos qué es interesante o sorprendente, cómo convive con lo que ya sabemos o conocemos, qué nos inspira o nos genera curiosidad— donde surgen las verdaderas perlas.

Porque si, aquello con lo que te quedas —lo que resuena, los recuerdos que perduran en el tiempo, esa síntesis de algo complejo en una anécdota— se convierte en las pepitas de todo lo que experimentas, ya sea en forma de vivencia o de información.

Y es aquí donde, de nuevo, nos diferenciamos del resto.

Esa lente a través de la cual pasa la información que consumimos o generamos, es un prisma único formado por nuestra experiencia personal, nuestra capacidad para sorprendernos y sentir curiosidad, y por la combinación de todo aquello que nos gusta y llama la atención.

A la hora de decidir qué es interesante y qué no y cómo queremos usarlo en un output creativo, no existen dos lentes iguales.

A la hora de saber qué ingredientes combinan mejor, qué datos puedes re-contextualizar en algo nuevo, con un significado distinto, con un sabor diferente, usar lo que resuena contigo como criterio es, ahora mismo, la mejor estrategia contra lo de siempre.

✨ Conclusión

Como te decía al principio, la idea de esta edición era hablar sobre como usar el contenido de otros, dándole tu propio toque, para empezar a crear cosas en público.

Pero nada más empezar me he dado cuenta de que no deberíamos apuntar sólo a “llenar el vacío”, sino pasar de verdad de Consumir a Crear.

Pero ver el acto de Creación no como un proceso que empieza de la nada, en el que tendremos que construir o generar algo muy complejo o intrincado.

Porque Crear también es la capacidad que tenemos de usar nuestra cabeza para llegar a conexiones; hacernos preguntas, relacionar estímulos y experiencias. Dejar que, por ese fenómeno de emergencia, surjan nuevas ideas, y usar esas ideas para provocar una reacción en el interior de otras personas.

El proceso de Crear —de aportar algo al mundo— no termina en tí teniendo ideas, sino en las personas a las que llegan esas ideas.

Y allí continúan. Porque en el acto de compartir tus ideas, tus “creaciones”, éstas colisionan; resuenan en el interior de la otra persona.

Y, a veces, de esta colisión surgen chispas, que dan lugar a otras cosas nuevas.

A la combinación única de tus ideas + las ideas de otros, pasadas por su lente particular.

Por eso las ideas no tienen ni deberían tener dueño, y no deberíamos conformarnos con usarlas para llenar el vacío, sino cargarlas de tanto significado como podamos, asegurarnos de que contienen más señal que ruido y de que esa señal llegue al máximo número de personas posible.

Y por eso esta edición ha dado una voltereta en el último momento.

No tendrías ni por qué haberte enterado, pero creo que es interesante que lo sepas, porque en el fondo ahí está la gracia.

En usar tu cabeza no sólo para recoger ideas y devolverlas un poco removidas, sino en hacer algo que te motive y te rete con ellas; intentar que se conviertan en activos más útiles, que atraviesen el córtex de más gente.

Y, por el camino, aprender más; hacernos más preguntas, tirar más del hilo, llegar a más conexiones inesperadas y usar esas chispas para crear fuegos más grandes.

FOOTNOTES

Gracias por leer!

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