A favor de la fricción
Hace unas semanas, leí un post en BlueSky (estoy en BlueSky! 👋) de Fernando de Córdoba que me tocó en las fibras sensibles.
En él, contaba la experiencia que tuvo recientemente cuando cambió de iPhone, y cómo el proceso de transferir configuración, datos etc.. del móvil antiguo al nuevo fue tan instantáneo, que sentía que en parte le habían arrebatado el placer de pasarse un par de horas configurando él mismo el aparato.
Comenta como esos procesos eran una especie de ritual de transición, un momento para despedirse del pasado; de ese móvil o ese ordenador, esa cuasi-extensión de nosotras mismas que nos había acompañado durante tantos años.
Y que —en el esfuerzo por eliminar toda clase de fricción en el traspaso de tecnología— nos han quitado también esos rituales.
Me tocó en las fibras sensibles porque resuena mucho con una idea a la que yo siempre estoy volviendo, y es la de la importancia de diseñar nuestros propios entornos digitales, y cómo en la búsqueda de la rapidez y la eficiencia nos han arrebatado también esos momentos de agencia, de libre albedrío.
Nos privan de la oportunidad de pasear por esos sistemas, explorar, descubrir opciones y ajustes que por lo general están "escondidos" bajo la capa visual y de perfecto funcionamiento del móvil o el ordenador.
Y, con ello, nos están quitando también una ocasión perfecta para ser conscientes.
De cómo trabajamos, pensamos o vivimos.
Hay una tendencia que se ha ido desarrollando hasta llegar al ridículo en los últimos años, y es la necesidad de eliminar toda clase de fricción en nuestras vidas.
Lo vemos claramente en el campo de los hábitos, la productividad y la "eficiencia", pero está en todo lo que nos rodea.
Queremos transiciones inmediatas, que todo esté a un click de distancia, que todo lo que veamos esté 100% personalizado para ajustarse a nuestros gustos, que la IA nos planifique el calendario, nos lea y resuma los libros y nos organice las notas.
Cegadas por la promesa de esa optimización, no nos damos cuenta de que estamos perdiendo la oportunidad de explorar, de descubrir, incluso de conocernos.
¿Qué es lo que realmente me gusta, a qué quiero en realidad dedicar este espacio de tiempo en mi calendario, qué aplicaciones quiero conservar, qué me interesa a mí de esto que he leído?
Diseñar nuestros entornos de pensamiento y trabajo implica poner intención y consciencia en el proceso, una oportunidad para la reflexión que perdemos cuando se hace de manera automática e inmediata.
Y ese proceso incluye abrazar la fricción y usarla como aliada, como un catalizador que nos fuerce a cuestionar y (re)diseñar. Nuestros entornos, nuestros procesos, nuestra relación con la tecnología o la información.
✦ ¿Qué aplicaciones ya no me sirven?
✦ ¿Qué, de todo lo que he ido acumulando, quiero realmente conservar?
✦ ¿Qué organización puede ayudarme en esta nueva etapa de mi vida?
✦ ¿Qué nuevos hábitos puedo aprovechar para implementar?
No es (no debería ser) un acto mecánico. Es un proceso de consideración. Todo diseño lo es.
Solía ser lo natural; ser diseñadoras de nuestras bibliotecas digitales, de nuestras webs, de nuestros álbumes de fotos o nuestras cintas de música.
Pero cada vez más nos van arrebatando esos momentos, llenando los "empty states" con contenido recomendado, quitándonos el placer y el derecho de preguntarnos con qué queremos realmente nutrirlos.
✦
Seguro que vas viendo el patrón.
La promesa de la inmediatez y la facilidad no sólo la vemos en las transiciones.
La vemos cada vez que surge una nueva app de resumen de libros, un paso menos a la hora de comprar algo online, una nueva recomendación, una nueva pestaña de "Para ti".
En esa fijación con eliminar la incomodidad, lo que “lleva tiempo”, también nos van quitando la posibilidad de considerar, de comparar opciones, de decidir si algo nos interesa de verdad, de buscar un camino alternativo, información diversa, pensar sobre lo que vamos a escribir o incluso planificar por nosotras mismas.
A mi esto es algo que me obsesiona, por las horribles implicaciones que tiene. Porque se ha convertido en la norma. Es lo natural.
Nos decepciona un poco perder ese momento de configuración del teléfono o el ordenador, pero en el fondo… es tan cómodo.
Por eso, a pesar de estar en el campo en el que estoy, a pesar del surgimiento continuo y constante de nueva tecnología y herramientas que prometen hacer más fácil nuestro trabajo, no me bajo aún de esta colina.
👇👇👇
Merece la pena invertir tiempo en diseñar nuestros entornos digitales.
Merece la pena pelearte con un concepto que no entiendas antes de buscar la respuesta en ChatGPT, merece la pena dedicar media hora cada semana a ser tú la que evalúe tus prioridades, planifique tus proyectos, detecte patrones y ajuste tu trabajo en base a ello.
Merece la pena tener un Jardín Digital y pasar tiempo con nuestras ideas, merece la pena hacer nuestras propias notas y ser nosotras las que las organicemos.
Merece la pena buscar cierta incomodidad, ponerse algún obstáculo, salirse del algoritmo, perderse en madrigueras de conejo.
Merece la pena abrazar la fricción de vez en cuando. La fricción nos obliga a apagar el piloto automático, a pararnos, a observar, a sentir, a decidir y, básicamente, vivir con intención.
Después de años pensando mucho sobre esto en todas sus vertientes, construyendo entornos digitales y herramientas, decidí crear un curso centrado precisamente en esta idea.
En aprender a pensar como diseñadores/as de sistemas y configurar nuestros propios entornos de trabajo y pensamiento.
No es un curso únicamente de herramientas; es un programa con un currículum que toca 4 pilares diferentes y se encarga de que reflexiones sobre cómo trabajas, como piensas, como creas y cómo te mantienes alineada y en foco con tus valores y objetivos.
Y luego diseñes el entorno que te impulse en todo ello, un espacio (o un eco-sistema) adaptado a ti, creado por y para ti.
Es el System Design Kit y, si para ti también merece la pena, las puertas están abiertas.
👉 System Design Kit
Gracias por leer!
Si te ha gustado y quieres recibir más reflexiones e ideas sobre pensar, crear y vivir mejor, no olvides suscribirte a MakinProcess para recibir recursos e inspiración en forma de mails, cada quince días en tu bandeja de entrada.